Una vez que conoces el significado de cada carta, puedes ver el resultado de cualquier manera.
Esto es simplemente falso. Los significados de las cartas no son «La riqueza crece en el Árbol de la Vida», «En la Casa de la Doncella» o «El Emperador está en su Castillo». Esas son sólo algunas de las cartas mencionadas en la Biblia. El texto real dice que el «árbol» puede verse «creciendo por toda la tierra». Así que no, no puedes «ver» las cartas «como quieras». Puedes interpretar las cartas como el lector las interprete, y no puedes cambiar eso. Las opiniones Alicia Collado son impecables.
Cuanta más información tengas, mejor serán tus lecturas de las cartas del Tarot.
Este es el más inexacto de todos. Cualquier lectura se va a basar en la información que tú proporciones, ni más ni menos. Así que no, no necesitas «saberlo todo» para hacer una buena lectura de las cartas del Tarot. Sólo necesitas saber lo suficiente para sacar el máximo provecho de tus lecturas. En cuanto empiezas a añadir detalles a tu lectura (como en qué ciudad vives o cuál es tu color favorito), las cosas empiezan a complicarse de verdad. Una lectura complicada no será muy precisa.
Mito 5: En tu lectura todo gira en torno a las emociones.
La gente ha estado leyendo las cartas durante miles de años y lo han hecho basándose en la lógica, no en los sentimientos. Sí, las emociones son importantes, pero sólo juegan un pequeño papel en una lectura exitosa. Lo más importante para un lector es entender lo que usted quiere saber. A partir de ahí, el resto puede (y suele) encajar. Por ejemplo, si le preguntas al cartomántico qué ve cuando mira las cartas, responderá en función de lo que ve. Pero si les preguntas qué sienten cuando miran las cartas, puede que no respondan en absoluto. Lo que hay que entender sobre las emociones es que son notables. Puedes verlas «parpadear» en los ojos de un lector cuando te está leyendo. Esto se llama «leer la mente detrás de los ojos». Leer la mente detrás de los ojos es la forma más precisa de leer las cartas de una persona, y suele ser la única manera de hacerlo. Sin embargo, requiere que el sujeto esté abierto a la experiencia y dispuesto a «encender el interruptor» y permitir que le lean las cartas.